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Es curioso como la vida nos transporta a veces sin que nos demos cuenta. En el mar de los sentimientos, las tormentas se alejan después de asolar la playa. La calma de la tempestad desdibuja el horizonte, y saca a flote pequeñas tablas que nos aferran a este mar de sinsentidos. A veces nos aferramos a tablas equivocadas, a veces el canto de las sirenas desvía nuestro camino. A veces tras la tempestad llega realmente la calma, otras solo precede a otra tormenta, pero en cualquier caso eso significa que sigo viva, que sigo luchando, que sigo teniendo ganas de rebelarme.